martes, 5 de mayo de 2015

Duelo, pérdida de un ser querido

La pérdida de un ser querido siempre es un acontecimiento doloroso y devastador. Todos los puntos de referencia, todos los proyectos, desaparecen de súbito. ¿cómo sobrevivir, incluso antes de volver a aprender a vivir?
El duelo que uno padece es una crisis interior larga y caótica. La tormenta se combina con la desesperación, la cólera y muchos otros sentimientos muy personales, que dependen de la relación con el ser que se ha perdido.
Esta pérdida significativa se inscribe en una cultura y una historia en común. En algunas sociedades, la muerte se niega o se trivializa. En un contexto así, ¿cómo puede uno sentirse acompañado, aceptado con su sufrimiento y apoyado todo el tiempo que sea necesario (tiempo que, por otra parte, no puede determinarse en un número específico de meses)?

Duelo, pérdida de un ser querido

La complejidad de esta vivencia a veces es sorprendente. Llega a suceder que uno ya no se reconoce en sus propias actitudes: una gran cólera contra la injusticia de esa pérdida, sentimiento de volverse loco al ver y oír por todas partes al difunto, profunda soledad, impresión de abandono. Este estado emocional también puede generar un malestar y una incomprensión en el entorno.
Los allegados, trastornados, tienden a desear que la persona piense en otra cosa, cuando lo que esa persona necesita en realidad es que la escuchen en su sufrimiento. La muerte de un ser querido representa simbólicamente una profunda herida que habrá que curar día tras día con mucha dedicación y ternura hasta que termine de cicatrizar.
¿Qué puede hacer?
Superar su duelo es tal vez aprender a construir otro tipo de vínculos con la persona desaparecida, y encontrar un nuevo equilibrio para seguir viviendo.
En algunas sociedades de nuestras época, la muerte ocupa muy poco espacio, por lo que es necesario preservar la solemnidad de semejante acontecimiento. Los ritos (sean religiosos o no) refuerzan los lazos sociales y ayudan a conservar la memoria colectiva. Son útiles para darle un sentido al enigma de la vida; nos ayudan a separarnos de aquel a quien amábamos y nos abren la puerta hacia un nuevo ciclo de la vida.
También es necesario cuidarse uno mismo, tanto en los aspectos físicos como en los morales. Este propósito se realiza con altibajos; por tanto, sea tolerante con usted mismo.
Todos contamos con recursos insospechados. Para descubrirlos, no se aísle demasiado, no se repliegue en usted mismo, cada vez que sea posible, encuentre un oído atento al que pueda expresarle su tristeza y decirle qué es lo que lo atormenta.
En ese período agitado resulta, a pesar del apoyo de sus allegados, que la soledad y el sufrimiento parecen insalvables: en esos momentos, no dude en pedir ayuda a un especialista.

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